"Tengo poquitos años - comenzó diciendo la abuela, entre risas - en Julio cumplo 96".

Nos contó que se vino de Labardén cuando tenía 28 años, "casada legal". Y agregó: "No, déjese de juntarse... después te dan una patadita ....", entre largas risas, sabiendo que habíamos incursionado en un tema picaresco.

Recordando esos años, no dejó pasar su amor por quien fue "su compañero". "Lo extraño mucho porque éramos el uno para el otro", dijo, entre algunas lágrimas.

Fue bautizada por un pastor que vino de Tandil, recordó. "Fue en un tanque, en una quinta, nos bautizaron en agua, como bautizaron a Jesús".

Verla hilar la lana con la habilidad que lo hace, impresiona. Parada al lado de la mesa (que a veces la sostiene) deja colgar el huso, con uno de los extremos de la hebra del vellón atado y con sus añosas manos desprende la lana, mientras la va estirando y, a su vez, quitando las impurezas con las puntas de los dedos. Se queja porque la lana que tiene ahora está lavada. "La lana recién esquilada, sin lavar, se hila más fácil. Tiene una grasita que la hace desprender más fácil", explicó la abuela Martina.

Cuenta que recién cuando llegó por esta zona, después de unos años, empezó a hacer esta artesanía. "La veía a mi viejita italiana que hacía esto y lo recordaba, explicó Martina, hasta le he hecho pulóveres a mis hijos con esta lana".

Cuenta que no usa lentes porque se les han roto y "la situación ahora no está como para andar comprando".

Se lamenta no poder caminar como hasta dos meses, porque "de la cintura para abajo no sé qué me ha pasado, pero tengo fe en Dios que voy a volver a caminar como antes".

A los fernandenses que no vieron la nota pusimos en el aire ayer en Panorama Fernandense, con la abuela Martina Victorina, les recomendamos verla mañana viernes, 12.30 ó 22.00. Es un verdadero placer observarla y escucharla.