Las instalaciones donde están alojadas las aves, las hizo todas Matías. Cercos, jaulas individuales, jaulas comunes, comederos, bebederos automáticos con agua corriente e inclusive una jaula de entrenamiento en donde pone las aves que van a exposición y todos los días, con la ayuda de una vara, las para, las da vueltas y las revisa para que se acostumbren cuando los "jurados" les hagan lo mismo.

"Mi abuelo ya criaba gallinas y mi padre también, yo lo heredé de ellos. Es una cosa que me encanta hacer", explicó Matías.

Se enfoca solamente en dos razas, Orpington Leonada y Plymouth Rock Blanca. Una tercera que hace poco ha adquirido, la tiene en el campo y se ocupa su papá.

"Yo tengo mi línea de sangre. Aquí se empollan los huevos, cuando nacen los pollitos se crían con luz artificial y después, de acuerdo al estado del ave se ve si está para exponer o no", dice Matías, mientras un gallo blanco cacareaba atrás, como asintiendo lo que decía su cuidador.

Las exposiciones a las que asiste son regionales y a pesar que tiene el record de venta por un gallo "Gran Campeón" por el que le pagaron $ 1.300, "viajar a las exposiciones no es redituable, es un hobby que lo hacemos porque nos gusta mucho esta tarea", se sinceró Matías.

Pero si faltaba algún detalle más a esta tarea, aún falta lo mejor.

Antes de cada exposición, de cargar las aves en su camioneta, de costearse el viaje y regresar a última hora del día, las baña una por una. "Les cepillos las crestas, las patas, las uñas, las baño con un champú pluma por pluma y las seco con secador de cabello", contó Matías.

En cuanto a los beneficios de las razas, Matías explicó que tener un ave de este tipo en un gallinero común es mejorar la calidad. "Una persona que tiene un gallinero común en su casa, quinta o campo y le incorpora un gallo de estos, gana en tamaño y en kilos de carne que está produciendo", explicó Matías Stemphelet.