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DOLOR
E INDIGNACIÓN SOBRE OTRO DOLOR INCONMENSURABLE
(10 / V / 2016) El Pastor
Luterano, Martín Olesen, perdió su hija, Josefina, en una tragedia
automovilística en el 2013. Iba en un automóvil que conducía otro joven,
alcoholizado y a 200 km/h. El fallo de una jueza benefició al conductor
y Olesen escribió su indignación y dolor.
Una carta conmovedora que vale la pena leerla.
El diario
Nueva Era, de Tandil,
publicó la carta del Pastor Martín Olesen "muy crítica al fallo de la
jueza Iriani, que benefició con una probation a Mateo Leunda, el joven
que conducía el auto que el 21 de abril de 2013 sobre la avenida Brasil,
se despistó y volcó causando la muerte de Josefina y graves lesiones a
otros de los ocupantes".
(Ver la nota en Nueva Era)
LA CARTA
El reciente fallo dictado por la jueza Iriani nos llena de indignación y
nos hace aún más duro el camino a recorrer sin nuestra amada Josefina.
Es muy duro para nosotros saber que la Jueza ha afirmado públicamente
que no ha leído ni leerá la causa donde se intenta relatar los episodios
que condujeron al fallecimiento de Josefina. Desde la Fiscalía se
realizó un trabajo a conciencia citando a declarar a los testigos y
solicitando las pericias correspondientes. En toda esta investigación se
encuentran las causales de la muerte de Josefina, y la Sra. Jueza
decidió no interiorizarse de los motivos que llevaron a la desaparición
física de mi hija. Nada ni nadie podrá devolvernos a Josefina, ni nada
logrará reparar los múltiples y constantes sufrimientos que padecemos
desde el 21 de abril de 2013. Pero creemos merecer que, al menos, se de
lectura a la causa.
Allí figuran los testimonios de testigos presenciales y las pericias que
dan coherencia al fatal desenlace. Josefina no falleció en un accidente,
sino por una sumatoria de circunstancias que podrían haber sido
evitadas, pero no lo fueron. Califico al menos de imprudente prestarle
un vehículo a un hijo para salir a la noche, a sabiendas de los
múltiples riesgos que esto puede conllevar.
Por otro lado, la conducta de Mateo Leunda al volante fue totalmente
inapropiada. Consumir alcohol debería de haber sido una causal para no
manejar. Haber conducido a alta velocidad en el Barrio Golf y haber
accionado el freno de mano haciendo derrapar las ruedas traseras,
tampoco habla de una buena conducta al volante. Mucho menos superar
ampliamente la velocidad máxima permitida de 40 Km/h llegando casi a los
200 Km/h. Los testimonios que la Jueza dijo no leer, hacen referencia a
la expresa voluntad de mi hija de querer bajarse del vehículo,
solicitándoselo a Mateo Leunda a los gritos, y éste haciendo caso omiso
a la súplica de Josefina. Mi hija permaneció en el automóvil en contra
de su voluntad, no respetándosele el derecho a descender. Cuando el
vehículo circulaba a 180 Km/h ella accionó la palanca de apertura de la
puerta trasera, pero el sistema de cierre centralizado no permitió que
la misma se abriera. Ante esta circunstancia uno de los ocupantes del
auto le solicitó a Mateo Leunda que baje la velocidad, pues temía que en
la curva el auto no llegara a doblar correctamente, como al final
sucedió. Mateo Leunda le responde: No pasa nada, lo tengo controlado. La
no existencia de una huella de frenado y el testimonio de uno de los
ocupantes que manifestó que Mateo Leunda tiró un rebaje de quinta a
cuarta, es clara evidencia de su presunción de poder dominar el auto de
calle en la curva de la misma manera que lo hacía en las pistas de
carrera. Una reacción lógica ante el posible descontrol del vehículo
hubiera sido accionar el pedal de freno en clara intención de disminuir
la velocidad del mismo.
Por otra parte, el padre de Mateo Leunda manifiesta ante la jueza Iriani
que se ha encontrado conmigo y que el encuentro se desarrolló con
respeto. Es cierto, llevaba 3 meses de lágrimas cuando los padres de
Mateo Leunda se acercaron a mi domicilio y me manifestaron lo mal que lo
estaban pasando. Es cierto, el breve encuentro se desarrolló con respeto
pues soy una persona respetuosa. Pero en ese único encuentro no pidieron
disculpas ni mucho menos pidieron perdón. La ausencia del pedido de
perdón me hace suponer que no creen que ellos como padres o que su hijo
hayan tenido responsabilidades para que mi hija hoy esté en el
cementerio y en nuestro corazón, pero no en su presencia física en
nuestro hogar. Para mí estas tres personas son las directamente
responsables de la muerte de mi hija. No comparto y repruebo el accionar
previo y posterior de la familia Leunda. Haber solicitado el juicio a
prueba y no haber pedido perdón son dos de los muchos motivos que poseo
para reprobar su accionar posterior. Josefina fue la principal pero no
la única destinataria del accionar improcedente de estos padres y de su
hijo. Mi hija terminó muerta, otros de los ocupantes del vehículo con
serios daños físicos y psicológicos. Las víctimas están en esos lugares,
sumando a hermanos que siguen llorando, a abuelos que toman aire e
intentan armar una sonrisa para dar ánimo, amigos que no soportan la
ausencia y sin embargo deben seguir con sus caminos. En esta telaraña de
dolores debemos buscar a las víctimas del accionar imprudente de Mateo
Leuna y de sus padres. No desestimo, como la Jueza menciona, la
importancia de la inserción social del joven e imprudente conductor
quien, uno debiera suponer, llevará esta carga de por vida. Pero la
mayor carga está en otro lado, las reales víctimas de este accionar
inadecuado somos nosotros, los que amamos profunda y entrañablemente a
Josefina, y hoy y todos los días intentaremos explicarnos cómo seguir
sin su sonrisa.
Por otra parte me siento ante la responsabilidad de hablar por quien hoy
no tiene voz, porque en contra de su voluntad, fue silenciada el 21 de
abril de 2013. Ella no puede hablar, pero no sería muy difícil de
suponer qué diría ante la jueza Iriani, ante Mateo Leunda, o ante sus
padres: Yo quise vivir y no me lo permitieron; yo quise almorzar en casa
y no pude; yo quise participar de la Farándula y no me dejaron hacerlo;
yo quise ir de viaje de egresados, y mi compañeros tuvieron que ir sin
mí; yo quise ir a la fiesta de egreso, pero se hizo sin mí; me hubiera
gustado ir a la universidad, conocer otros países, enamorarme, formar
una familia, entrar a la iglesia del brazo de mi padre y encontrarme con
quien sería mi esposo; poder tener hijos, hacer abuelos a mis padres,
ser tía, tener una profesión y tantas cosas más. Pero no me hizo caso
cuando le pedí a gritos bajar del auto. Ella y sus sueños son la
principal víctima del mal accionar de Mateo Leunda. Por todo esto me
niego a decir que el 21 de abril de 2013 ocurrió un accidente.
Ruego a Dios que ilumine a los magistrados que tienen en sus manos la
apelación al fallo que creo injusto. Ruego a Dios que mueva los
corazones de aquellos que aún, a pesar de tanto dolor, no han pedido
perdón. Ruego a Dios que me enseñe a perdonar hasta aquellos que no
manifiestan su arrepentimiento. Ruego a Dios que siga acompañando y
consolando a los que sufrimos tamaña pérdida. Ruego a Dios que ilumine
el horizonte de tantos jóvenes que desde el dolor continúan su camino en
búsqueda de la conquista de nuevas metas. Martín Olesen.
Fuente:
Nueva Era, de Tandil
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