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 CUMPLIÓ SU PROMESA: VIAJÓ DOS VECES AL GAUCHITO GIL  A CABALLO

 (9 / IV / 2014) Ángel "Pachi" León cubrió el trayecto de Juan N. Fernández a la ermita del Gauchito Gil en Necochea en su caballo por una promesa.

 La vida lo puso en una encrucijada brava. La salud de su hijo estaba en riesgo y, junto a su esposa y toda su familia, le pusieron toda su energía, todo su tiempo y toda la atención a ese problema. En pleno tratamiento del niño, con los bolsillos flacos por tanto gasto, lo encontró una tarde haciendo dedo para regresar a Juan N. Fernández, proveniente de Mar del Plata. De la rotonda, a la salida de Necochea por la Ruta 86, se puso a caminar y se encontró con las banderas coloradas, las cintas y las velas que deposita la gente en la ermita del Gauchito Gil. "Si vos me ayudás con Mateo te prometo que vengo a caballo desde Juan N. Fernández", le confió a quien es, para "Pachi", un compañero de la huella, Antonio Mamerto (El Gauchito) Gil.

 De a poco, gracias al tratamiento recibido, Mateo, se recuperó y hoy es un muchacho fortachón, que al igual que a su padre, le gustan los caballos y los desfile gauchescos.

 Fiel a su palabra, "Pachi" viajó dos veces a agradecerle a quien, según su fe, le dio una mano grandota y no lo dejó solo en el camino.

El primer viaje lo hizo hace unos años con un amigo y al segundo, el mes pasado.

"Para mí la Fuerza Suprema es Dios. Creo en Él, en la Virgen y en el Sagrado Corazón de Jesús - expresó León - pero el Gauchito Gil es como un compañero en la huella a quien le pedí que me ayude y estoy convencido que me ayudó".

A este segundo viaje lo hizo distinto al primero. Con la experiencia recogida en aquel, donde lo hizo en un sólo tramo y llegó muy cansado y descompuesto. A este último lo realizó en dos tramos.

"Salí a la tarde, a primera hora. Ensillé tranquilo, estaba soleado y ya había dejado mi caballo sin comer por unas horas para que estuviera liviano", contó "Pachi".

A la tardecita llegó al cruce de La Dulce. "Ahí desensillé y pensaba pasar la noche a la intemperie al lado de mi caballo pero mi hijo me fue a buscar porque la noche pintaba muy fría", explicó.

Al día siguiente, bien temprano lo llevaron para reanudar el viaje. Así lo revive "Pachi" León: "Había mucho rocío, la noche efectivamente había estado muy fresca. Cerca de las siete de la mañana salí para Necochea. Ví que el caballo estaba suelto, con ganas de trotar, así que por tramos le di el gusto y pude llegar temprano al santuario del Gauchito Gil".

Durante el viaje - según contó a Panorama Fernandense y JNFNet - tuvo tiempo para mirar el paisaje y pensar mucho. "Ya cuando iba en el camino estaba tranquilo porque sabía que iba a llegar y que iba a cumplir con lo prometido".

Y así lo hizo. Cuando la tarde estaba cayendo llegó a su destino. Tuvo tiempo de desensillar, alimentar al animal, darle agua y recorrer el lugar. Pero sobre todas las cosas tuvo tiempo para darle las gracias a ese "compañero de la huella" que no lo dejó de a pié y como un verdadero gaucho a otro, le tendió su mano. Así lo entendió Ángel "Pachi" León y nos lo contó con toda la emoción a flor de piel.