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 UN OASIS EN MEDIO DEL DESIERTO

 Escribe Ricardo J. Basualdo

(1º / IX / 2016) Esta historia es personal, quizás para la mayoría no tenga ninguna importancia. Pero seguro que si hubiera más personas, como el protagonista de este relato, nuestro país y el mismísimo mundo sería otro.

Buscando un número de teléfono de un centro médico en Bahía Blanca, para un usuario (para los que no saben, soy telefónico hace 36 años) veo que no aparece ni en la guía de papel, ni en la virtual, ni por Internet.
Busco por la dirección y tampoco aparece. La última de las opciones es llamar a un vecino de esa dirección y tener la suerte, con todas las cosas que están pasando (secuestros virtuales, ofrecimientos de pólizas, tarjetas de créditos, etc.) de encontrar a una persona que me pueda dar algún dato.

Llamé a diez teléfonos sin suerte (un centro de la visión, una inmobiliaria y particulares). El último de los números al que llamo me atendió un señor que al final me entero de su nombre, Mauricio.
Con muchísima amabilidad no sólo me atendió, también me entendió y, para mi sorpresa, sin dudarlo, me pasó su número de teléfono celular para que lo llame en un par de minutos que él se iba ir a una cuadra de distancia ya que le parecía que ahí era el lugar que yo buscaba. ¿Se entiende el gesto de Mauricio?

Vivimos, lamentablemente, en un mundo donde nos hemos tenido que volver desconfiados de todo y de todos por las horribles cosas que pasan diariamente. Vivimos, lamentablemente, en un mundo donde todo lo tenemos que hacer apurados y no nos alcanzan los minutos y las horas para hacer lo nuestro. Vivimos, lamentablemente, en un mundo donde nos importa solamente lo nuestro y el egoísmo forma parte de nuestro ser. Pero tranquilos, porque también vivimos en un mundo donde hay gente como Mauricio, de Bahía Blanca, que dejó lo que estaba haciendo para atender a un completamente desconocido e irse caminando hasta el lugar y consultar mi inquietud.

Obviamente cumplió y pude averiguar lo que necesitaba.

Como frutilla del postre y por si fuera poco lo que este HOMBRE hizo por mí, me llamó a mi teléfono y me dijo algo así: “Mire, su llamado no es casual. Por algo su llamado me llegó a mí, no tenga dudas de eso. Yo creo en Dios, a través de Jesús y tengo muchísima fe en el Padre Ignacio, el cura sanador. No dude en ir a verlo si lo necesita usted o cualquier persona que conozca (y me pasó todos los teléfonos y dirección). Que Dios lo bendiga”.
Si esto no es un OASIS EN EL MEDIO DEL DESIERTO, no sabría como describirlo. Ah, busqué el significado del nombre Mauricio. De origen hebreo significa Elegido, amado por Dios.

Disculpen si esta historia, que es personal, chiquita, no cumple con una noticia real, como es lo adecuado en nuestro Sitio, pero sentí que debía compartirlo con ustedes.

 

 

 

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